Un descansillo despues de la Calzada Romana viene bien para reponer fuerzas.
Un paso peligroso, hace echar pie a tierra.
Tomando un tentempie antes de comenzar la bajada.
Las vistas son impresionantes.
El final de la Rambla nos deja un buen sabor de boca.
Al final, un pequeño homenaje nunca viene mal.
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